Saturday, June 20, 2020

FINAL

            Foto de Voytah by pexels (https://www.pexels.com/es-es/@v-o-y-t-a-h-1516057)

Hoy es el último día del estado de alarma. En total, han sido 99 días en que hemos visto nuestra movilidad afectada, al tiempo que contemplábamos impertérritos las cifras de nuevos contagios y fallecimientos. Ahora podemos volver a caminar por nuestras ciudades y pronto allende fronteras, pero estamos a años luz de volver a una situación similar a la existente antes de la pandemia. ¿Volveremos algún día a viajar en transportes saturados y sin mascarillas?

Durante este tiempo, he intentado aportar mi visión de los hechos con un cierto tono optimista y humorístico, buscando eludir en todo momento los tópicos que escupían nuestras televisiones día tras día. De esta forma, en algunas ocasiones he contado mis batallitas caseras como mi lesión de espalda o mis primeros paseos por el barrio acompañado de mi esposa. En otras, he abordado las noticas acerca de los avances médicos y, finalmente, en otras tantas he descrito la incompetencia y mezquindad de nuestros líderes ante la crisis.

Sin embargo, he notado que en las últimas semanas empiezo a repetirme. Seguramente, ustedes lectores también lo habrán notado y por educación no me lo han mencionado. Además, tengo otros proyectos literarios aparcados como corregir mi novela corta Cartas chilangas o escribir una obra de teatro acerca del gran muralista mexicano David Álfaro Siqueiros, apodado el Coronelazo.

        Por todas estas razones antes referidas, he decidido dejar de escribir crónicas acerca de esta enfermedad a partir de mañana. Aprovecho este último post para dar las gracias a todas las personas que me mandaban sus comentarios y apoyos cada dos días. Ha sido una experiencia muy gratificante el establecer este contacto cada 2 días con ustedes y prometo seguir mandándoles mis textos. Ya se trate de una artículo, un cuento o  una novela. Eso sí, si desafortunadamente llega una segunda oleada que nos vuelve a obligar enclaustrarnos en nuestras casas, volveré a publicar mis crónicas, pero esperemos que no se reproduzca esta pesadilla. Reciban un fuerte y cariñoso abrazo.

Friday, June 19, 2020

PROLOGÓ DEL LIBRO "LAS CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS"


No llevábamos  ni una semana de Estado de Alarma, cuando Miguel Ángel de Rus nos propuso a algunos autores de Ediciones Irreverentes publicar en el blog de Sexto Continente relatos sobre el coronavirus. En poco tiempo, dos docenas de autores habíamos entregado nuestros cuentos que fueron leídos por más de mil personas. Tan buenos resultados alentaron a Miguel Ángel a publicar nuestras obras en un libro de papel titulado Los relatos del coronavirus, aparecido en julio pasado.

A partir de ahí, me surgió la idea de escribir breves crónicas acerca de la evolución de la enfermedad en Madrid y empecé a mandar a mis amigos mis textos a razón de 1 cada 2 días. Sin embargo, llegué a la conclusión de que mi visión de los hechos era tan solo una diminuta ventana acerca de esta tragedia que, por primera vez en la historia de la humanidad, detuvo al mundo entero al mismo tiempo; algo que no consiguieron ni la peste bubónica del siglo XIV ni la mal llamada gripe española hace 100 años.

Al tratarse de una enfermedad global, se requería de una visión lo más universal posible. Las crónicas del coronavirus reúne a 12 autores de 8  países y 3 continentes. Desde Seúl, Soo-Hyun Hwang refiere las dificultades que conlleva compartir 60m2 con 3 hijos y una esposa, al grado de obligarlo, ocasionalmente a huir a su despacho en una facultad vacía de la Universidad de Kyung Hee o regodearse con un partido de beisbol. Por su parte, Roberto Víctor Luna nos invita a contemplar Itzacalco, un barrio del oriente de la ciudad de México, desde la azotehuela de su departamento, al tiempo que hace un recorrido a través de la historia de su barrio. La sicología chilanga aplicada al coronavirus también está presente en su texto que tiene la facultad de hacernos agua la boca con sus recomendaciones gastronómicas. En contraposición, Susana Corcuera describe con gran maestría la vida en la lejana población rural de Esquipac, donde el trabajo nunca se para, especialmente si la zafra está lista para ser cortada. Por su parte,  el poeta sudcaliforniano Rubén Rivera Calderón nos habla de los tropiezos en un barco lleno de fantasmas que resulta ser su propia casa, situada en La Paz, capital del Estado de Baja California Sur. 

También están presentes en esta antología dos escritores que han combatido en primera línea la epidemia, exponiendo sus vidas. Desde Nueva York, Fernando Morote nos habla de su labor desinfectando edificios en una de las ciudades más castigadas del mundo por el coronavirus, especialmente cruel con los latinoamericanos y los afroamericanos. Pese a su heroicidad, nadie le aplaude sino que, por el contrario, lo miran con recelo. Por su parte, el doctor Manuel Cortés Blanco, epidemiólogo para más señas, nos habla de su agotador enfrentamiento diario contra la enfermedad, al mismo tiempo que busca entretener y explicar la situación a sus hijos. Algo similar le ocurre a Johari Gautier Carmona en Colombia, donde intenta hacerle entender a su hijo no sólo que es el coronavirus, sino porque debe seguir estudiando y haciendo deberes pese a no ir a clases. Y encima sin poder salir al parque.  

Jorge Majfud expone su visión de los hechos a través de un original relato narrado por un personaje de inquietante oficio; al tiempo que nos habla del asesinato de George Floyd y su incidencia en la salud mental de Donald Trump.

Desde Francia, el filósofo José Amezcua Bravo nos invita a reflexionar acerca de nuestra responsabilidad en el contagio de la enfermedad y de cuán libre somos o creemos serlo. Por su parte, Cyril Jouhannet expone en un diálogo las consecuencias del proceder egoísta del ser humano en esta y otras crisis. No aprendemos.

Finalmente y no menos importante, Pascal Buniet describe desde Tenerife cómo será la nueva normalidad; enmascarada, incompleta. Con unos ojos y el pelo como toda visión de los otros seres humanos. Al mismo tiempo, nos recomiendo que, a pesar de todas las desgracias y el confinamiento, no dejemos de vivir nuestras vidas.

Cada uno de los autores ha aportado su visión acerca de la evolución de la enfermedad en su respectivo país de residencia, así como la forma en que este virus les ha afectado en su vida cotidiana. No obstante, han conseguido dejar atrás los elementos que vemos a diario en las noticias (número de enfermos y muertos, medidas a tomar, avances en la búsqueda de la vacuna, etc...), para aportar  visión caleidoscópica acerca  de la tragedia más importante que hemos vivido en décadas como especie. Espero que los lectores disfruten tanto de su lectura como yo compilando los textos.

Wednesday, June 17, 2020

EL COPIAVIRUS EN OCCIDENTE


Desde que empezara la pandemia y, más concretamente desde que se agudizara ha habido una serie de comportamientos que se han repetido en Europa y América. Lejos de propiciar una tregua entre los gobiernos y sus respectivas oposiciones, la pandemia no ha servido más que para exaltar todavía más los ánimos.

Además, pareciera que los opositores se copian de un lado al otro del océano Atlantico. Que en España cunden las noticias falsas (prefiero usar este término en castellano a la payasada anglicista de fake news), México no se queda atrás y alcanza la segunda plaza mundial en esta materia solo detrás de Turquía. Que los gringos salen a la calle en plena pandemia a protestar porque consideran violados sus derechos constitucionales, pues los españoles no se quedan atrás y organizan sus propias rebeliones sin temer un rebrote de la enfermedad. Cada forma de protesta se ha reproducido en uno y otro lado del charco incluída la manifestación de los coches ideada por VOX que también tuvo imitadores en México. El último motivo de queja que ha sido secundado por toda Europa tuvo como causa la triste muerte de George Floyd a manos de un grupo de policías sádicos. Incluso el famoso gesto de protesta de Colin Kaepernick, de hincar la rodilla cada vez que sonaba el himno americano  que provocó su expulsión del futbol americano, se ha vuelto viral y de esta forma hemos podido ver el domingo pasado a Marcelo hincar la rodilla tras anotar su gol en el Real Madrid-Eibar.

En ese sentido podemos decir que, en Occidente, la globalización ha triunfado ya que no pasan ni 24 horas de una protesta que esta tiene sus imitadores del otro lado del charco. Ahora bien, lo que reflejan todas estas imitaciones es la carencia de originalidad de nuestra época. No me extraña que abunden los remakes de clásicos del cine en nuestros días. ¿Dónde quedó un Chaplin que criticaba al nazismo y al fascismo al tiempo que nos hacía reír?¿Donde hay alguien tan ingenioso como Gandhi capaz de movilizar a todo un país mediante la quema de sus ropas o la evasión del impuesto de la sal? “Haremos una fogata tan grande que se verá en Delhi y en Londres”, decían los manifestantes cuando llevaban a quemar las ropas que generaban la miseria de su pueblo. Ni siquiera hay grandes oradores capaces de soltar un discurso inspirador como el  Yo tengo un sueño… de Martin Luther King. Se solía decir que cada pueblo debía encausar su lucha en función de sus peculiaridades. Hoy en día, la lucha se encausa en función de la cantidad de cámaras que se puedan presentar al acto.  


Monday, June 15, 2020

PICNIC EN EL JUAN CARLOS I


Inaugurado en 1992, el parque Juan Carlos I es el segundo más grande de Madrid tras el parque forestal de Valdebebas y por delante de El Retiro. Uno de sus atractivos consiste en que se encuentra en una zona muy ventosa por lo que es la delicia de aquellos que les gusta hacer volar sus cometas. Y para cualquiera con un mínimo de sensibilidad es también un espectáculo ver el cielo salpicado de toda clase de colores como si se tratase de la paleta de un pintor. Desde ahí se divisa el todo portentoso estadio del Atlético de Madríd con una gigantesca bandera por si quedaban dudas. En él se puede practicar ciclismo, atletismo e incluso kayak.

El Domingo pasado, para romper con esta rutina carcelaria impuesta por el coronavirus, Vicky y yo decidimos llevarnos unos bocatas y pasar unas horas en el parque. Cómo llegamos al medio día, las mesas ya estaban tomadas, por lo que pasamos al plan B consistente en buscarnos una zona sombreada, extender el mantel y sentarnos en él con todo y bártulos. A partir de ahí, Vicky se dedicó a estrenar su nuevo objetivo fotográfico intentando capturar pájaros que brillaban por su ausencia, mientras que yo machacaba mis neuronas para intentar resolver el sudoku y, más complicado aún, el crucigrama blanco de El País. Al final la suerte fue dispar. Vicky no consiguió fotografiar pájaro alguno y yo conseguí resolver el crucigrama, pero me equivoqué por ansioso en el sudoku. Tengo la norma auto impuesta de que cuando detecto un fallo (un mismo número repetido en una línea)   tacho el sudoku y dejo de jugar. En cambio, si consigo resolverlo marco una paloma encima de él.

En lo que sí no hubo fallo alguno fue en los bocatas y sándwiches. De primero tomé un emparedado vegetal y de segundo un bocata con una cinta de lomo adobado, mientras que Vicky se tomo un gazpacho de primero y un sándwich vegetal de segundo. A partir de ahí, recogimos nuestra improvisada mesa y retornamos. Vicky tenía un compromiso, mientras que yo debía cumplir con el sacrosanto ritual de la siesta. Si les soy sincero, mis queridos lectores, esto de los picnics no es algo que me apasione. Sin embargo tras varios fines de semana pasados en casa, cualquier actividad al aire libre resulta más que gratificante. Ya veremos que se nos ocurre para la próxima semana

 


Saturday, June 13, 2020

LA NUEVA NORMALIDAD

Conforme avanzan las semanas, nos acercamos cada día al final del Estado de Alarma. Se permitirá volver a viajar y todos los establecimientos volverán a abrirse aunque con aforo limitado. Llevamos varios días seguidos sin que haya un solo muerto. Quiero ser optimista y pensar que cuando venga la segunda oleada ya existirá, al menos, un remedio y que no habrá tantos contagios porque todos tendremos nuestras mascarillas y guantes. En cualquier caso, es un hecho que nos esperan unos meses de tregua en los cuales podremos recibir turistas, viajar y salir sin restricción de horarios a la calle.

Lo que va a marcar la nueva normalidad no va a ser tanto la enfermedad y el tiempo que transcurra hasta que consigamos la vacuna, sino lo rápido o lento que salgamos de la crisis económica.  Es un hecho que nos esperan meses o años angustiosos de lucha y dificultades a fin de salir de esta situación surgida de la pandemia. En ese sentido, espero que la propuesta de Ursula van der Leyen salga adelante y que esta vez sí podamos contar con el apoyo europeo del que carecimos una década atrás. Lo único para lo que sirvieron las entidades europeas en aquel entonces fue para rescatar a los bancos y, posteriormente, trasladar su deuda a los ciudadanos. Ni siquiera se les exigió a los banqueros, a cambio del dinero, que dejasen de ejecutar los desahucios, por más que los suicidios se dispararon en aquellos años (casi 4000 en 2013 y también en 2014). Tras más de una década, siguen sin devolver más de la mitad del dinero que se les prestó en aquel entonces. Fruto de la austeridad impuesta  por Alemania fue el auge de los populismos de izquierda y derecha y, sobre todo, el triunfo de los simpatizantes racistas del Brexit.  

Si sale adelante el plan de la presidenta de la Comisión Europea podremos hacer menos dolorosa la pesadilla económica. En cualquier caso, somos afortunados de pertenecer a un conjunto de países con capacidad de respuesta fruto de la Unión. Los europeos tienen el Banco Central Europeo y los americanos la Reserva Federal. Latinoamérica y África carecen de esas instituciones crediticias propias por lo que solo podrán recurrir al fondo buitre, perdón al Fondo Monetario Internacional. Estoy convencido de que lo que se haga en los próximos meses marcará el destino del planeta para las próximas décadas. Ojalá que esta vez los políticos y responsables financieros acierten.


Thursday, June 11, 2020

¡YA LLEGÓ LA CARTA!


Recuerdo un chiste de mal gusto de mi infancia que se centraba en la frase que titula esta columna. Más allá de mis recuerdos, hoy he recibido una misiva del que fuera un gran amigo de mi padre y, en la actualidad, mío de nombre Salvador. Su nombre, dicho sea de paso, hace referencia a su lugar de origen, aunque siempre le llamo Chamba al igual que lo hacía mi padre. Su vida es fascinante. Pertenece a una de las familias más importantes del mundo jurídico salvadoreño y más de una vez tuvo que salir de su país por temor a represalias políticas después de una asonada militar. Estuvo a punto de casarse con una compatriota suya que lo dejó por irse a la guerrilla en los años 70. Gracias a él y al libro que me regaló, Memorias de un guerrillero escrito por el comandante Balta que dirigiera la mítica Radio Venceremos, pude conocer mejor ese proceso armado con toda la podredumbre que hubo en ambos bandos. Estudió su carrera de abogado en la UNAM y acabó quedándose en México donde rehízo su vida y trabajó en diversos organismos oficiales con mi padre. Una de las cosas que me hermana con él es que nunca perdió su acento salvadoreño al igual que yo el mexicano, por más que ambos llevemos décadas viviendo en el extranjero. El único defecto que le conozco es que es simpatizante del América. Ni modo, nadie puede ser perfecto.

Si me atreviera a darle un consejo a alguien que quisiera ser escritor es que tiene que saber escuchar a todo el mundo. Y los amigos de la familia son una mina de oro, pues ellos conocen la historia oculta que nuestros abuelos y padres se niegan a contarnos muchas veces por recato y vergüenza. Incluso si no se es escritor, es bueno tener munición contra los padres para cuando ellos se quieran inventar un pasado ejemplar. En ese sentido, debo decir que tanto él, como Arturo y el padrino de mi hermano apodado “Citrillo” –todos amigos de mi padre-, aportaron muchas anécdotas que luego trasladé con suerte desigual en El péndulo familiar.  

A finales del año pasado, nos encontramos en la Ciudad de México y le regalé un ejemplar de mi novela. Él prometió leerla y mandarme una extensa crítica. A principios  marzo lo contacté y me dijo que acababa de mandarme la carta con sus impresiones que, en general, eran positivas.  Pasaron los meses y no volví a tener noticias ni de la carta ni de Chamba. Alguna vez conversamos al respecto y, pese a que me dijo que pondría una reclamación, yo asumí que la misiva se había extraviado y supongo que él también, pues me resumió su contenido. Hoy sonó el timbre y yo pensé que se trataba de unos cartuchos que me mandó HP desde Alemania. Por fin, después de 3 meses y 5 días había llegado la carta de Chamba. Me da que una carta de Colón vía carabela habría tardado menos.  De la epístola solo diré dos cosas. Una, que se trasluce el gran cariño que le tiene a toda la familia a la que recordó a través de El péndulo… El segundo comentario es que da gusto leer su carta. Chamba pertenece a una raza en extinción de abogados ilustrados a la que también pertenecía mi padre. Antiguamente, los amantes de las letras ingresaban en la facultad de derecho como una solución práctica a sus intereses humanísticos (tal fue el caso de Alfonso Reyes). Por ello, no era extraño encontrar leguleyos que  igual te podían hablar de historia como incluir una cita de Sartre o Malraux y toda clase de materias artísticas. Desafortunadamente, con el auge de lo que Ortega y Gasset llamó el hombre masa, esa especie ha quedado relegada al olvido, salvo por gloriosas excepciones como es el caso. Valió la pena esperar.     


Tuesday, June 09, 2020

CUMPLEAÑOS DE VICKY

Hoy es el cumpleaños de Vicky. Desde hace más de 20 años, solemos celebrar nuestros cumpleaños con un grupo de amigos en algún restaurante. La suerte quiso que el último cumpleaños que pudimos celebrar de esta manera fuera el mío. Desde hace ya unos cuántos años,  se han sumado a mis festejos  dos de mis sobrinos y el hijo de mi amigo el pintor Juan Carlos así como mi longevo amigo Armando y su esposa Marie.

Me he propuesto, en los festejos de mis cumpleaños, ampliar el conocimiento gastronómico de los menores y que sepan que en la vida hay algo más que las hamburguesas y las pizzas. Aparte que a mí me gusta la comida de todas partes. Quizá por eso sufro tanto cuando me veo en la necesidad de hacer dieta para pagar por los pecados pasados. De esta forma, en los últimos años hemos comido en restaurantes mexicanos (como  no podía ser de otra manera dados mis orígenes), peruanos, indios y árabes. Y hasta eso debo decir que los menores no solo se han comportado muy bien, sino que han disfrutado de la variedad. A ver a dónde los llevo el próximo 3 de febrero si es que el coronavirus me lo permite.   

En cualquier caso, desde que empezó esta enfermedad ya son 3 los festejos colectivos que hemos tenido que cancelar. El de mi suegro, el de mi compadre Juan Carlos y ahora el de Vicky. Para la pareja del festejado, eso conlleva una dificultad añadida; conseguir que la persona festejada no se entere de que su regalo ya está en casa. En otros tiempos, esa era una  labor sencilla debido a las horas que pasaba en el trabajo o en clases de fotografía Vicky. Supongo que mi comadre Ana se las vio y deseo para que Juan Carlos no se enterase de que su regalo era una tablet o no sé si coincidió la entrega con el día. El día que traje el objetivo fotográfico pensaba esconderlo en la cocina mientras pasaba la inspección sanitaria a la que me somete Vicky cada vez que salgo. No acababa de darle la vuelta a la llave cuando me la topé armada de un  rociador que contiene una mezcla de agua y lejía y que esparcimos en suelas de zapatos y guantes. Lo bueno es que estaba tan ocupada en atajar al potencial virus que apenas reparó en la bolsa del objetivo. Por si acaso había puesto por delante una bolsa de la compra. Una vez desinfectado, le dije que no se preocupara del resto que ya lo hacía yo. Y por fin se me abrió la ventana de oportunidad para introducir el objetivo fotográfico en el armario del estudio. Otra bronca fue conseguir el papel para envolver el regalo ya que el vendedor no tenía. Por si acaso había hecho virtud de la economía empleando los restos de un antiguo envoltorio de los regalos de navidad. Sin embargo, la suerte me volvió a acompañar ya que precisamente ayer mi esposa tuvo que salir varias horas de casa, momento que aproveché para pasarme por la librería. Eso sí, reconozco que la presentación no me quedó muy currada que digamos, pero le eche todas las ganas. En fin, no es lo mismo, pero lo importante es que mi querida esposa se lo haya pasado bien en su día. Ojalá que así ocurra con todos los que festejan sus cumpleaños en este periodo. ¡FELICIDADES!, en cualquier caso.  


Sunday, June 07, 2020

VIERNES DE CELEBRACIÓN



El pasado viernes celebramos el cumpleaños de mi cuñada en un la terraza de un parque cercano. Nos reunimos sobre las 8 de la tarde, pese a que a dos de los asistentes se les acababa su derecho de estar en la calle. Recordemos que la fase 1 aun estaba vigente.  Tuvimos la fortuna de encontrar una mesa libre con 6 sillas. Éramos 8  incluyendo a los hijos de la festejada. “Democráticamente” se decidió que los niños se fueran al césped. Tranquilos que no se molestaron en lo más mínimo, puesto que la exclusión les permitía  jugar con la consola o el móvil  mientras los mayores platicábamos. En eso no hemos cambiado mucho. De pequeño, mis padres también nos decían aquello de “niños váyanse a jugar”. Y si por las circunstancias que fueran no lo hacíamos, entonces teníamos que quedarnos callados y no molestar. No obstante, debo decir que a mí no me aburría ver a los mayores conversar y discutir.
En fin, la fortuna quiso que me sentara en la cabecera de la mesa desde donde podía ver a los paseantes. A mis espaldas quedaba un parterre y a los lados una mesa. En cambio, el otro lado de la mesa se encontraba muy cerca del paso de los transeúntes. Un frágil celo tipo policial era toda la separación que había entre los de la terraza y los andantes. Por su parte, los paseantes parecían haber olvidado la distancia de seguridad y muchos no llevaban siquiera la mascarilla. Sin embargo, lejos de criticar y embargado por este ambiente festivo ocasionado por el buen clima y el descenso de infectados y muertos, me gustaría destacar la ausencia de miedo por parte de los paseantes. Salvo repunte, ese espíritu será más que necesario cuando se acabe el estado de alarma para reactivar nuestra economía. Es decir, si nos quedamos en casa por temor a la segunda oleada del coronavirus, tardará mucho más en recuperarse nuestra economía. Esperemos que los turistas también se olviden de sus resquemores y vengan en tropel como todos los años.
La celebración se saldó con una bebida por persona y una corta conversación. Para que los niños también pudieran participar en el acto, el padre se levantó en un momento e intercambió lugar con el menor quien luego regresó al césped  más ansioso por seguir jugando a la play que por dejarle el sitio a su hermano mayor. Si no hubiera sido por las mascarillas y los guantes podría haberse tratado de un encuentro familiar clásico. No soy muy aficionado a estos encuentros, pero dadas las circunstancias de las que vinimos, la celebración del viernes pasado casi fue una fiesta que por un momento nos hizo olvidar esta pesadilla.    

Friday, June 05, 2020

FASE 2 E INCONGRUENCIAS DE LOS HORARIOS DE LA FASE 1


               
                Continúa el tortuoso camino hacia la mal llamada normalidad. A partir del lunes podremos entrar en los restaurantes (con aforo limitado), tener reuniones más multitudinarias y, sobre todo, se acaban las franjas horarias salvo para los mayores. Además, se abrirán mercadillos al aire libre con un tercio de los puestos, se podrá ir a piscinas y playas siempre con aforo limitado, así como conciertos al aire libre e incluso a cines y teatros. Dicho sea de paso, pese a la buena voluntad, creo que la división de las salidas según las edades no fue exitosa en parte por el incumplimiento cívico, en parte porque algunas de las actividades sólo se podían realizar en horarios prohibidos.
                Pongo dos ejemplos. Cuando salgo a correr en las mañanas siempre me topo con personas mayores. Mi amigo Pedro, que es más constante que yo en su práctica del ejercicio, me contaba que un día pidió a un par de ancianos que se apartaran ya que la senda por donde corría a las 7 de la mañana era estrecha. Estos, que estaban incumpliendo la normativa, lejos de hacerle caso por su propia seguridad empezaron a echarle la bronca por no llevar mascarilla, siendo que hasta el mismísimo Fernando Simón ha reconocido la inconveniencia de correr con una mascarilla puesta. Es más, mi amigo, que amén de corredor es científico me decía que la práctica del deporte con mascarilla podría ser contraproducente para la salud. Pero nada importó. Igual se llevó la bronca sin merecerla y desde la fase 1 no he vuelto a ver autoridad que verifique el cumplimiento de la ley.
                Por otra parte, los horarios asignados a los adultos de 6 a 10 y de 20 a 23 horas eran incompatibles con los horarios de apertura de muchos comercios. Ergo si uno tenía que ir a ese establecimiento en concreto que abría de 10 a 2 y de 5 a 8 forzosamente debía incumplir el horario asignado. Técnicamente, durante el confinamiento total también se podía salir de casa todos los días a comprar el periódico o cualquier tontería en el supermercado. Sin embargo, existían dos factores que limitaban esas excursiones: el miedo a la multa y el miedo al propio coronavirus.  Si bien el decreto del estado de alarma no establecía que solo se pudiera salir si se consumía x monto, existía el riesgo de toparse con la policía y ser multado. De hecho se dio un caso de una persona que fue multada con 2000 euros por ir a comprar nocilla. Le salió cara su necesidad de azúcar en la sangre. Independientemente de que esa persona quizá pueda recurrir la multa y  evitar el pago, el susto en el cuerpo no se lo quita nadie. Con el buen tiempo y el descenso de contagios y muertes se ha difuminado el miedo al virus. Al mismo tiempo, las autoridades ya no están tan presentes para controlar los desplazamientos de los ciudadanos. Finalmente, según he mencionado en anteriores artículos el virus está perdiendo carga viral y resulta menos letal. Por todo lo anterior  resulta más que lógico que pasemos a la siguiente fase.

Wednesday, June 03, 2020

EL VERANO YA LLEGÓ

                           
                            
Sé que aún faltan unas dos semanas y media para el equinoccio de verano. Sin embargo, cuando salimos a la calle ya podemos ver a la gente con ropa ligera y mantener la ventana abierta todo el día amén de poder salir a hacer ejercicio a las 7 de la mañana sin ningún sueter. Una de las máximas esperanzas de la humanidad era que la llegada de temperaturas elevadas acabase con el virus. Desafortunadamente no ha sido así. El virus sigue acechando en las calles. No obstante, y esto sí es un gran consuelo, su peligrosidad se ha reducido considerablemente. No sé qué resultado arrojarán hoy en la rueda de prensa, pero las dos últimas jornadas no hemos tenido ningún muerto y las cifras de nuevos contagios siguen bajando, aunque muy lentamente. ¿Qué relación hay entre esta bajada y el aumento de los grados? No lo sé. Ya lo tendrán que determinar los expertos. Supongo que es una mezcla de todo. En cualquier caso, es una bendición que esto haya ocurrido así en un momento en el que las manifestaciones en
  las calles hacían temer un rebrote.

                Aparentemente, estamos empezando una tregua de tres o cuatro meses con el virus. O dicho de otra manera, el bicho ha decidido migrar a otras latitudes más aptas para su reproducción. En cualquier caso, es muy probable que en octubre o noviembre vuelva a resurgir la enfermedad. No obstante, en ese aspecto, sí quiero ser optimista. Es decir, ahora conocemos el potencial del virus y sabemos las medidas que hay que tomar para evitar el contagio masivo. Por otra parte, los estudios del Favipiravir en Rusia entran en su última fase y se espera que en julio estén acabados. Al tratarse de un fármaco liberado tiene la gran ventaja que se puede producir como genérico y de hecho ya hay un laboratorio indio listo para producirlo masivamente. Se trata, por ahora, del más esperanzador tratamiento que acorta el sufrimiento del paciente a 5 días, lo cual ayudaría mucho a evitar el colapso de las camas de hospital.

Ahora empieza la lucha económica. Los efectos devastadores de esta pandemia tardarán mucho más en eliminarse me temo. Esperemos que la industria turística logre salir adelante. En internet, vi un mensaje exhortando a que consumamos única y exclusivamente productos del país para ayudar a nuestra economía. Así que ya saben si alguno de ustedes quiere un stand en el IFEMA, cuando se recupere la actividad, encantado se lo haré. J     

CARA A CARA



Volvía de hacer ejercicio, cuando me topé con un felino en mi camino. Nuestras miradas se cruzaron y un mismo pensamiento atravesó nuestras mentes: “A ver si este pendejo no me contagia el coronavirus.”

Monday, June 01, 2020

EL RACISMO, LA RABIA Y LA ENFERMEDAD



Por si no tuvieran suficiente con más de un millón de infectados y más de 100 000 muertos, los Estados Unidos se ha convertido en un auténtico campo de batalla, tras la muerte de George Floyd a manos de un policía blanco llamado Derek Chauvin. Este último presionó con  su rodilla el cuello del afroamericano durante más de 7 minutos sin importarle que Floyd le suplicaba que le quitase la rodilla de encima ya que no podía respirar.  Floyd ya estaba esposado y reducido por lo que no había ninguna razón para este proceder. De esta forma, George Floyd pasó a engrosar la lista de los afroamericanos asesinados  por un policía racista en Estados Unidos.
Al igual que ocurriera con Rodney King, la muerte de George Floyd, grabada en video, despertó la indignación e ira popular. En los siguientes días se han sucedido manifestaciones pacíficas y actos vandálicos. Esperemos que  no se disparen los contagios de coronavirus fruto de estas protestas masivas. En los últimos 30 años, no son pocas las veces en que hemos visto en la tele un policía desenfundar alegremente su pistola y descargarla en un afroamericano, alegando las excusas más variopintas. También son varias las veces que hemos visto manifestaciones y saqueos producto de una  de estas situaciones. Incluso, hace 4 años, un francotirador mató a 5 policías en el marco de una de estas manifestaciones. Lo raro es que no hayan surgido más francotiradores sedientos de venganza como Micah Jonhson en un país donde es tan fácil hacerse con armas. 
En cualquier caso, en esta ocasión parecieran sumarse todos los males a la sociedad americana. Por una parte, una epidemia que ha matado a más de 100 000 personas. Por otra parte, una crisis galopante que tiene a 40 millones de norteamericanos pidiendo el subsidio por desempleo. Finalmente, una explosión social que ha sumado el descontento anterior. Se ha comparado esta situación con lo acaecido el día del asesinato de Martin Luther King. En aquel entonces, el descontento por la guerra de Vietnam era muy grande, pero la economía del país funcionaba. Con este panorama, la reelección de Donald Trump que hace unos meses se veía muy factible, se ha convertido ahora en una auténtica misión imposible. No obstante, si hay un país en el que todo es posible, ese es Estados Unidos.