3. Il y a longtemps que je t’aime
Finalmente se desvela el secreto. Después de 15
años de cárcel por haber matado a su hijo y meses de convivir con su hermana
Lea (Esla Zyberstein) sin dar la menor explicación, Juliette (Kristin Scott
Thomas). Las prisas por terminar de hacer la cama e irse con su cuñado que la
va a acercar en coche al trabajo, la hacen dejar descuidado el papel que
dilucidará el secreto. Se trata de unas pruebas médicas del hijo asesinado. Con
la ayuda de un amigo médico, Lea se entera finalmente que su hermana acabó con
la vida de su hija para evitarle un gran sufrimiento antes de morir.
“Nosotros estábamos aquí… No contábamos acaso… Te
podríamos haber ayudado” son algunos de los reproches que Lea le suelta a su
hermana tras saber la verdad. Tras saber que su hermana había sido proscrita de
la familia como si hubiese muerto y encarcelado no por un rapto de locura, sino
por un simple acto de compasión hacia su hijo.
-“Habrías hecho, ¿qué? Cuando escupía, cuando se sofocaba,
habrías hecho ¿QUÉ?”, es la respuesta iracunda de Juliette. No obstante ese
pleito sirve de catarsis. Finalmente, puede hablar de lo que hizo y cómo
ejecuto a su vástago. Tras jugar toda una tarde con él en una casa verde de
campo de la familia y leerle los cuentos que más le gustan al niño, su madre lo
había acostado y le había dicho que le pondría una inyección. “No hay peor
cárcel que la muerte de un hijo. De esa no hay escapatoria”, sentencia
Juliette.
Sinceramente, cada vez que veo esa película me
cuesta contener las lágrimas en esa escena. Recomiendo verla película en
versión original ya que el ligero acento británico de Scott Thomas cuando habla
en francés le dan mayor fuerza a sus respuestas durante el pleito de Juliette con su hermana. Además, y teniendo
en cuenta de que en estos días se está debatiendo la legalización de la
eutanasia en este país, creo que esta película como tantas otras son un
excelente argumento para quienes están a favor.
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