Ojalá Enrique Krauze no haya tenido nada que ver con los pejeleaks, como el mismo asevera. Ojalá
no haya mancillado las oficinas de la revista literaria más importante de
México, con reuniones clandestinas destinadas a fabricar mentiras acerca del
candidato de Morena. Realmente quiero creer en Krauze cuando dice desconocer a
Ricardo Sevilla y ser parte de un complot del Estado para desprestigiarlo.
Prefiero que el heredero de Octavio Paz, el hombre que creó la revista Letras libres de las cenizas de la
mítica Vuelta, sea víctima en lugar
de verdugo. Tampoco me hubiera gustado que figuras de la talla de Carlos
Fuentes y/o Carlos Monsiváis se hubiesen visto envueltos en fake news acerca de Salinas de Gortari o
Calderón. Esto trasciende a la ideología. Creo sinceramente que los
intelectuales no pueden ni deben rebajarse a sí mismos, convirtiéndose en viles
conspiradores de tercera categoría, obviando la aportación que pueden hacer con
sus ideas, sabiduría y puntos de vista. Deseo de forma vehemente que Enrique
Krauze sea inocente porque, además, si estas acusaciones tuvieran un fondo de
verdad no se le podría aplicar al susodicho otro epíteto, al tenor de los
resultados electorales, que el de incompetente.
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