III.
La mirada al vacío
Como ya
mencionamos en el primer capítulo, uno de los momentos más exquisitos nos llega
cuando en medio de una frase detenemos nuestra pluma y alzamos la mirada hacia
delante un instante para luego volver a agachar la cabeza y proseguir. En ese
sentido, sólo el hecho de escuchar las palabras y diálogos antes de plasmarlos
superaría este momento. Pero cabría preguntarnos
¿por qué nos produce tanto placer esa ligera pausa que se repite varias veces
al cabo de un escrito y cuyo motivo principal suele ser elegir una palabra para
continuar? En realidad, ni siquiera uno es consciente de dicho placer. El nivel
de abstracción que se produce en esos momentos es tal que ni siquiera te das
cuenta de que estás rodeado de un mundo material. Tus ojos se posan en un
cuadro, pero difícilmente podrás describir sus características segundos después.
Miras sin mirar. El placer viene de
comprobar el grado de compromiso que se puede llegar a adquirir con la propia
creación. Y ¿Qué es lo que se está mirando en esos momentos? En un primer
lugar, se podría pensar en una mirada interior en busca de la respuesta
ausente. No obstante, lo que yo creo, es que se trata de una mirada a la nada
absoluta. Se trata, en definitiva de una micro epifanía que nos dirige a un
sitio de paz y armonía total. No obstante, el engaño una vez que volvemos viene
de contentarnos con haber superado nuestro escollo, lo que impide afortunadamente
lamentarnos de la felicidad perdida. Ahora bien, ¿se puede presentar esta
situación cuando estamos ante la pantalla? Imposible. Alzar la mirada tan solo nos remite al texto que
estamos escribiendo en ese momento. La cercanía con la pantalla y la cantidad
de estímulos que tiene (como por ejemplo ver si ya acabó el México Holanda en
el que México está ganando 3-2 con dos goles de Vela y uno del chicharito) que
cualquier evasión resulta simplemente imposible. La única distracción permitida
es levantarse y dar uno de esos paseos que suelen terminar misteriosamente ante
la nevera, pero afortunadamente no hay abstracción alguna en esos casos. Lo
contrario conllevaría serios riesgos a mi salud. En fin los dejo para entrar en
otro mundo maravilloso acompañado de Morfeo. Aquí les dejo la segunda parte de
mi relato de mi puño y letra. Lo dicho los 3 primeros que los descifren se
llevan una caña. Un abrazo
P.D. Les
ganamos a los holandeses y nos vengamos de lo del mundial. ¡VIVA MÉXICO!
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