III. El político.
Nació en una
cuna de oro y nunca le faltó nada. Su padre fue un hombre tenebroso capaz de
mandar hacerle una experimental lobotomía a su propia hija con nefastas
consecuencias y de carácter derrotista. De él tanto su hermano como el político
heredarían su gusto por las mujeres. Empezó
su carrera como cazador de brujas. Su jefe era un hombre siniestro y fanático
que no dudaba en perseguir a las personas con su misma orientación sexual, pues
se creía que estos podían perjudicar a su nación al ser potenciales víctimas de
chantajistas. No obstante, cosas de la vida, este persecutor implacable acabó
cambiando para terminar convirtiéndose
en campeón de la defensa de los derechos civiles.
El día en que murió el famoso pastor afroamericano, él no dudó en ir a
la caza de votos incluso arriesgando su propia vida. Su discurso en el que
citaba a Esquilo y hablaba de qué país querían crear; si uno de ghettos u otro
de convivencia, impidió que esa noche hubiese disturbios en ese estado a
diferencia de otros de la unión americana. Apoyó a su hermano tanto en la
campaña presidencial como en el gobierno y, durante la crisis que casi
desencadena el apocalipsis, fue un elemento clave para impedir el horror
nuclear. Fue implacable en su persecución del líder sindical corrupto y no tuvo
tantos reparos cuando le presentaron un proyecto para asesinar al barbudo
isleño. Quería detener la guerra que él y su hermano habían iniciado, acabar la
pobreza. Era amigo personal del líder de los parceros, pero él y toda su
familia estaban malditos hasta varias generaciones después. Su hermano mayor
murió en la guerra, su hermana en un accidente de aviación y su hermano, el que
llegara a presidente, cayó abatido. Hasta la fecha se sigue discutiendo si la
muerte de éste fue obra de un solo hombre o un complot que involucraría a las más altas esferas del gobierno. Sólo su
hermano menor sobrevivió pese a que la muerte, lo persiguió muy de cerca en un
par de ocasiones. 5 años después de ese magnicidio y dos meses tras el
asesinato del luchador afroamericano, el político celebraba en un lujoso hotel
su victoria en las elecciones primarias del partido del burro. En su discurso
de la victoria, mostraba su convicción de que sería el próximo presidente de
Los Estados Unidos para demostrar que su país aun tenía mucha compasión y amor
que mostrar. Lo abarrotado de la sala le impidieron salir por la puerta
principal. Sus guardaespaldas lo condujeron por la cocina del restaurante del
hotel. Ahí se encontraba su destino. Fue abatido por un asesino con una pistola
de calibre 22. Su foto tumbado con los
brazos en cruz y una mirada perdida al cielo resaltando su fragilidad, mientras
que un empleado del hotel le daba un crucifijo, ha dado la vuelta al mundo. El
hubiera no existe en la historia, pero es imposible evitar pensar que el mundo
entero habría tenido un futuro más promisorio de haber llegado éste al poder en
lugar del político tramposo y fármaco dependiente.
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