Estimados
lectores. Muchos de ustedes me han preguntado porque no salió la crónica de
ayer en la mañana. Les agradezco su interés, pese a que algunos fueron muy
exaltados en la reclamación. La verdad es que tenía preparado un hueco para
escribirla, pero, como decía mi abuelita, “el ser humano propone, Dios dispone y el diablo viene y todo
lo descompone”. En esta ocasión, el percance me resultó bastante doloroso. Llevaba
más de la mitad de mis ejercicios físicos realizados cuando, al hacer una
sentadilla, oí un crack y acto seguido sentí un intenso dolor muscular. No se
lo deseo ni a mi peor enemigo. Arrastrándome cual ánima en pena, conseguí
llegar a mi silla y sentarme mientras calibraba la intensidad del dolor y de
los daños. No quiero ni contarles la tragedia en que se convierten actos tan
cotidianos como vestirse en estas circunstancias. Tampoco les voy a hacer el cuento largo. Estoy
bien, pero sigo teniendo problemas para recuperar la vertical. Y está claro
que, a diferencia de lo que sugirió mi compadre Juan Carlos que la zona
afectada era el cerebro, se trata de una clásica lumbalgia que no me impide
escribir. Aunque sí da bastante flojera. Los fármacos y el reposo han obrado
milagros y por lo menos pude dormir mis 6 horitas habituales con una pausa de 2
a 3 para recargar medicina y leer un rato “El hombre rebelde” de Camus mientras
me volvía a dormir.
Pasando a
otras cosas, hoy, por primera vez desde hace más de 50 días, iré a una
peluquería a cortarme el pelo. Eso si consigo cruzar la calle. De hecho debo
decir que hubo dos cosas que hice bien antes de
que se decretara el estado de alarma. La primera fue ir a cortarme el
pelo porque ya me tocaba y, la segunda también por necesidad y no porque
tuviese dotes adivinatorias, fue comprar papel higiénico. Ambas decisiones
circunstanciales –sobre todo la segunda-, me sirvieron para superar los
primeros días del encierro. “¡Qué chingón soy!”, “qué capacidad de análisis y
anticipación” me decía a mi mismo para alentarme. Ojalá hubiese tenido la misma
clarividencia ayer en la mañana, antes de ponerme a hacer ejercicio.
En fin, les
prometo recuperar la dinámica de texto escrito cada dos días si no se me cruza
otro accidente casero. En cuanto al corte de pelo, aquí les dejo esta foto “muy
actual” del estado alborotado de mi
melena, a juego con mi camiseta, para que juzguen por sus propios ojos. No sé
de donde chingados salió el puro.
No comments:
Post a Comment