Este tiempo de
encierro permite adquirir nuevos conocimientos. Recientemente (a finales de
abril), llegó a mis manos uno de mis regalos de cumpleaños que celebré el 3 de
febrero con amigos. Todavía pude celebrarlo. El motivo por el cual no lo recibí
en su momento fue que aun no estaba publicado y con la enfermedad la cosa se
retrasó.
Lo que hace
muy peculiar esta obra es el maestro; Jorge Luis Borges. En efecto, se trata de
la transcripción de las grabaciones hechas durante las 25 clases que impartió
en el último semestre de 1966 en la Universidad de Buenos Aires. La forma en
que consiguió la cátedra es un claro
reflejo del gran respeto que se le tenía en su país: “Otro placer me llegó al
año siguiente [1956], cuando se me otorgó la cátedra de Literatura Inglesa y
Norteamericana en la Universidad de Buenos Aires. Los demás candidatos habían
enviado cuidadosas listas de sus traducciones, sus publicaciones académicas,
sus conferencias y otros logros. Yo me limité a la siguiente oración: `Sin
saberlo me he venido preparando para este cargo toda mi vida´. Mi llana
exposición fue exitosa. Fui contratado y pasé diez o doce años feliz en la Universidad.”
A saber quién puede optar hoy en día por una cátedra universitaria con tan
breve exposición de méritos.
Son varios los
elementos que nos llaman la atención, empezando por el propio Borges en su
faceta de maestro. Destaca su gusto por la literatura medieval anglosajona y el
poema épico La gesta de Beowulf y su
facilidad para incorporar elementos presentes como unas coplas de unos
compadritos haciendo gala de su valor para explicar porque el protagonista se
expone en una peligrosa carrera de natación en la que hay que luchar contra
monstruos marinos para demostrar su valor y acallar a su rival. Sólo he leído
hasta ahora 4 clases, pero no me extraña que los autores tuvieran que pasar
varias horas en bibliotecas debido a la cantidad de textos y datos que cita y
que denotan su gran sabiduría.
Por otra
parte, he descubierto en youtube un canal de enseñanza en lengua náhuatl. Y en
parte por curiosidad y en parte porque creo que si todos los mexicanos conociéramos
al menos una lengua indígena valoraríamos
mejor a esas culturas y no habría tanto racismo en mi país, he decidido ponerme
a estudiar. Cada clase dura unos 5 minutos y en ella se explica la forma de
hacer el plural en los sustantivos, la conjugación de los verbos agregando a la
palabra un prefijo que tiene la función de nuestros pronombres personales por
ejemplo NImoquetza que significa yo me levanto.
Otro de los elementos interesantes de esta lengua radica en el hecho de que el
plural se hace agregando el sufijo meh: cihuatl (mujer) cihuameh (mujeres).
Pero ojo, esto solo ocurre con los sustantivos que representan seres animados.
Al final de cada clase hay un chantequitl o tarea consistente en un listado de
vocabulario a aprender. Ahí es donde se pone difícil la cosa. Como ven el
tiempo libre da para mucho. Tan solo es cosa de tener ganas.
En fin, me
despido con la única frase completa que conozco por ahora de la lengua náhuatl.
Timoittazceh ceyoc hueltah o lo que es lo mismo nos vemos la próxima vez.
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