Hoy es el
primer día, en España, en que hay más curados que nuevos contagiados de
coronavirus. Estos son datos esperanzadores. Aparentemente hemos superado la
cima y estamos empezando el descenso de la montaña. En estos 40 días hemos
aprendido acerca de los crecimientos exponenciales, la evolución de la curva y
la famosa r de personas que contagia un solo infectado. Hemos podido realizar,
desde lo alto de la curva, una introspección. Muchas de las cosas que antes
considerábamos imprescindibles en nuestras vidas han resultado innecesarias y,
al mismo tiempo, constatar que algunos pilares de la globalización han quedado
agrietados. Sin ir más lejos, ha quedado en evidencia que algunos productos
estratégicos como los concernientes a la medicina no pueden hacerse fuera del
país por si estos se requieren con urgencia. No importa cuánto beneficio deje
la mano de obra esclava de China o cualquier otro país.
Está claro que
aun no podemos echar las campanas al vuelo, pero el hecho de que las morgues
improvisadas cierren y pronto lo haga el mismísimo hospital de campaña del
IFEMA, son motivos para que empecemos a soñar con la posibilidad de salir a la
calle, aunque sólo sea para dar un paseo por el barrio. Incluso, el buen clima
que empieza a asomar (hoy hemos alcanzado los 21 grados), parecieran anunciar
un cambio de ciclo. No sé cómo será el proceso y espero que en los próximos
días la tendencia no cambie, pero pareciera que empezamos a descender de la
montaña y empezamos a otear en lontananza el tan deseado retorno a la
normalidad que tantas veces hemos denostado en el pasado.
En la obra
biográfica Fouché, Stefan Zweig nos
dice que los grandes mensajes de la humanidad surgen en el exilio. Jesucristo
estuvo 40 días en el desierto y Mahoma varios años en Medina para volver con
mensajes que cambiaron la historia de la humanidad. Pues bien, nosotros ya
llevamos 40 días encerrados y está claro que aún nos queda un rato. No espero
que salgan miles de millones de revelaciones trascendentales el día de nuestra
excarcelación, pero si espero que este tiempo de encierro, único en la historia
de la humanidad, le haya servido a la gente para descubrirse a sí mismos.
Existen toda una serie de teorías acerca de cómo será el mañana post pandémico.
Desde las pesadillas más orwellianas hasta un nuevo y bello mundo, pasando por
que todo se quede más o menos igual. En cualquier caso, si salimos iguales del
confinamiento nada cambiará y de nada habrá servido todo este dolor.
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