Hace tiempo
que no releo La peste de Albert Camus
que se ha convertido en el libro de moda en estas fechas; al menos en Francia,
por lo que no hablaré de ella. Recuerdo la excelente prosa de Camus y la forma
excelsa en que asemeja el confinamiento en la ciudad con una urbe sitiada en la
guerra. No sé de dónde saca el escritor hispano-peruano Mario Vargas Llosa que La peste es la novela más mediocre de Camus. Cada quien
sus fobias y filias
En un anterior
escrito, ya hablé del libro Un espejo
lejano de Barbara Tuchman que es un preciso análisis de la guerra de los
cien años entre Francia e Inglaterra, así como de los estragos causados por la
peste bubónica fácilmente reconocible por las marcas negras que aparecían en
los afectados. Más allá de las batallas, especialmente interesante es el capítulo
acerca del irrefrenable surgimiento de la epidemia a mediados de siglo aunado a
otras desgracias como los grupos organizados de ex soldados que se dedicaban a
la rapiña y sin olvidar la insaciable sed de dinero de los nobles a fin de
organizar nuevos ejércitos o rescatar a los prisioneros de guerra. Todas esas
desgracias juntas hicieron creer a los campesinos que el mundo llegaba a su fin
y dejaron de cultivar los campos.
Otro excelente
libro que he devorado en estas jornadas de encierro no espiritual hélas, es el de 60 años de soledad de Gustavo Vázquez Lozano. Sí, ya sé que el
titulo no tiene originalidad alguna, pero la historia que nos relata sí vale la
pena. Tras volver de México en busca de ayuda, la emperatriz Carlota, agobiada
por la preocupación y por la negativa de Napoleón III a mantener las tropas
francesas en suelo mexicano, enloqueció
en El Vaticano, pasando a beber únicamente aguas de las fuentes públicas y
comer nueces que ella misma pelase. Creía que Napoleón III la quería envenenar.
Una vez devuelta a su tierra natal, su hermano Leopoldo II la confinó en un
castillo durante 60 años. Ese sí era un buen confinamiento a prueba de
pandemias. La fallida y trágica aventura
de Maximiliano y su esposa en México acabaría proveyendo al demoniaco Leopoldo
II el dinero necesario para emprender otra aventura colonial cuyo final fue
mucho más trágico; el Congo. En este enorme país centroafricano, el precursor
hitleriano Leopoldo II orquestó la masacre de más de 10 millones de congoleños
en su insaciable afán de caucho, amén de
toda una serie mutilaciones entre aquellos nativos que no cumplían con la cuota
establecida. Respecto al Segundo Imperio y la victoria de Juárez, el autor
explica el hecho como una alineación de los astros para la gran fortuna del
oaxaqueño. Tras el final de la guerra de Secesión, los americanos habrían visto
con malos ojos la presencia francesa en México y habrían presionado a Napoleón
III para que retirase sus tropas amen de ayudar a las fuerzas liberales con
hombres y armas. Por su parte, el emperador francés veía con recelo la fuerza
adquirida por Prusia tras derrotar a los austriacos en Sadowa y habría decidido
hacer retornar sus tropas de México en vistas de una futura guerra. Siendo
todos esos hechos ciertos, no es menos verdad que si Juárez no hubiera
resistido durante 3 años, en algunos momentos en forma desesperada, no se
habría producido la sucesión de hechos que cambiaron el curso de la guerra.
Haciendo una analogía del argumento de Vázquez Lozano con otro conflicto, sería
como decir que los vietnamitas ganaron
la guerra porque tuvieron la suerte de que los ciudadanos americanos la
repudiaron. Efectivamente, se produjo ese rechazo. Pero para llegar a ese punto
los norvietnamitas tuvieron que resistir
matar a miles de norteamericanos para que el pueblo estadounidense
cambiase su punto de vista.
Finalmente y
no menos importante, recomiendo la lectura de El águila y la serpiente de
Martín Luis Guzmán acerca de la participación del autor en la revolución
mexicana. Especialmente interesante resultan los retratos de Villa y Carranza.
Del primero hay momentos cómicos y entrañables como cuando Martín Luis Guzmán
consigue desarmarlo con gran astucia provocando el nerviosismo del centauro del
norte o el capítulo en el que Villa le enseña a disparar certeramente a Guzmán.
De igual manera, la fría descripción de una matanza realizada por el lugarteniente de Villa; Rodolfo Fierro
en el capítulo segundo titulado La fiesta de las balas, permiten dimensionar la
intrascendencia de la vida durante la revolución mexicana donde perecieron más
de un millón de personas.
Bueno, ahí les
dejo eso de tarea. Si quieren más datos sobre los libros mencionados, déjenme
un mensaje en el blog o el facebook. Saludos.
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