Thursday, November 26, 2009

CONTRA EL OSCURANTISMO EN EL FUTBOL

Antes de empezar este alegato, debo reconocer que debe de ser muy difícil aguantar a miles de energúmenos -entre los cuales desafortunadamente me he encontrado alguna vez-, insultándolo a uno durante 90 minutos o más, por el simple hecho de ser quien toma las decisiones. También hay que reconocer que, como el futbol es un deporte en el que las acciones se suceden en cuestión de segundos, es muy difícil –por no decir imposible- que no cometan errores los árbitros al cabo de 90 minutos. Si a eso le sumamos que los jugadores están dispuestos a todo con tal de ganar; desde fingir una falta inexistente hasta simular que han sido golpeados por un objeto proveniente de la grada o poner la mano para desviar el trayecto de un balón ya sea para impedir un gol o, por el contrario, meterlo, la labor de los antes llamados “hombres de negro” se vuelve inconmensurable .Sin embargo y pese a que los insultos y las trampas nunca tendrán justificación, no hay que olvidar que los árbitros y linieres están ahí porque así lo han querido. Sabían –pues en eso no ha cambiado el futbol con el paso de los años-, lo que les esperaba si emprendían ese trabajo. Nadie les obligó. Y lo que es peor, nunca han hecho una huelga para exigir la incorporación de la tecnología a las canchas, lo que favorecería enormemente su trabajo. Ya sea por la incrustración de un chip en la pelota para determinar si ésta entró o no, o por el uso de la repetición para jugadas muy determinadas. Sus errores disminuirían y su influencia en el resultado final también. O sea que les gusta que todo esté bajo su mandato. Algunos lo harán por el dinero que cobran por partido pitado o, quizá, porque les gusta o por satisfacer sus ansias de poder ya que, finalmente, el arbitro central es el dios del estadio en ese momento y tiene poderes sobre la vida y obra de cada unos de los miembros de los dos equipos. Si un árbitro así lo desea (en un rapto de locura se entiende), puede expulsar a todo un equipo, acusar falsamente a un jugador de haberlo insultado, castigar con penalties inexistentes o acabar el partido en el minuto 10 de acción y no hay ninguna autoridad a la que se pueda apelar en el momento mismo que ocurren los hechos. Ni siquiera sus compañeros linieres pueden rebatirle una idea, tan solo sugieren. Por ejemplo, si un jugador anota un gol estando en fuera de lugar, ya puede el linier levantar su bandera 1 hora, que si el árbitro decide que por sus cojones el gol es válido no hay nada que hacer. En ese sentido, se trata de un juego totalitario completamente antidemocrático. El jugador está en completa indefensión frente al todopoderoso silbante. Ni siquiera, en una comisión de disciplina, puede llamar testigos del otro equipo para rebatir las acusaciones del árbitro aparecidas en el acta arbitral. Lo que dice el acta va a misa.
Lo anterior son teorías fantasiosas de cosas que espero nunca pasen durante un partido. Ahora bien, en algunas ocasiones los árbitros sí rebasan el límite de errores que debieran de cometer o, peor aún, pierden la compostura ante la agresión de un jugador. Hace pocas semanas un abanderado que fue empapado por un jugador que se sintió muy graciosito, acabó queriendo agarrarse a golpes con el payaso. La riña fue impedida por los propios jugadores, pero en otra ocasión un árbitro sí acabó a puñetazos y patadas con el jugador que lo había insultado. Recuerdo que aquella vez sus compañeros silbantes habían dicho que no aceptarían que se sancionase a su compañero alegando la presión a la que estaban sometidos y, finalmente, hace no mucho el árbitro suizo Massimo Bussaca insultó a los aficionados que lo estaban insultando mostrándoles el dedo corazón en alto. Dicho sea de paso existe el rumor de que este mismo arbitro se orinó en un estadio de futbol en un país árabe sin que -que yo sepa-, se haya emprendido una investigación al respecto. En ese caso el desmentido del propio acusado ha bastado para que la FIFA le diese la razón. Otro hecho inaudito ocurrió en los años 80 en México durante un partido de playoffs entre el América y el Morelia. Por primera vez, se le daba mayor importancia a los goles marcados como visitante que como local. El partido de ida había terminado 1-1 y, de igual manera acabó el de vuelta. Durante los tiempos extras ambos equipos marcaron un gol más. Al acabar los tiempos extras fue cuando el arbitro se lució, pues determinó que el Morelia, tras haber marcado 2 goles de visitante, había ganado. Sin embargo, la reglamentación establecía claramente que durante los tiempos extras se anulaba la trascendencia de los goles marcados como visitante. Es decir, el arbitro no se sabía el reglamento. Al final, después de mucho discutir y leer las normas cambió su decisión e hizo que los morelianos volvieran –medio duchados algunos- a la cancha para la tanda de penalties. De todos los anteriores casos, solo el insulto al público de Bussaca –hasta donde yo sé-, fue merecedor de un castigo público consistente en impedirle al juez pitar durante tres partidos. Por otra parte, ¿qué ocurre cuando el árbitro comete varios errores en un solo partido? En esas ocasiones un comité de competición decide en lo oscurito y sin hacer público su fallo, mandar al juez a la congeladora durante X tiempo. El aficionado nunca sabe realmente nada de esto tan sólo lo intuye por el hecho de que el silbante desparece de los campos. Uno de los escándalos arbitrales más celebres de los últimos tiempos, fue la actuación del danés Tom Henning en el partido de semifinales de la Champions 2008-2009. En aquella ocasión el juez central expulsó injustamente a un jugador del Barça y, más grave aún, dejó de marcar al menos 3 claros penalties a favor del equipo inglés. En este caso sólo existen dos posibilidades, o no vio los penales en cuyo caso tenemos que dudar muy seriamente de su capacidad ya que las decenas de miles que estaban en el campo si lo vieron, o, peor aún, los vio y no tuvo el valor de pitarlos. Si tenemos en cuenta que se trataba del penúltimo partido del torneo europeo y que Henning ha vuelto a las canchas en la quinta jornada de la competición, podemos deducir que su castigo fue de 4 partidos. Es decir, una media de un partido por cada lamentable error. Lo criticable no es el castigo en sí (si es que lo hubo porque como ya digo esto es una mera suposición), sino la imagen que se transmite desde la FIFA con respecto a los árbitros. Se trata, en efecto de un proceder de corte stalinista que por una parte castiga al acusado, pero oculta el proceso en sí –solo les falta decir que el árbitro está enfermito-, genera una idea en el aficionado de que, ya puede cometer la peor burrada el juez central, que tiene la impunidad asegurada. En el caso de Henning, se podría pensar si la sanción, en caso de haber existido, fue o no fue excesiva, pero a fin de cuentas se trata de un error de interpretación. Sin embargo, se podría dar el caso de que el Chelsea quisiera recusarlo en un futuro enfrentamiento y tendría toda la razón del mundo visto el daño que le hizo la última vez. En el caso de Bussaca, si fuera cierto que insultó a jugadores (aparentemente en un partido del mundial les habría llamado “piece of shit”) y que orinó en el césped ante los ojos de todos los aficionados, amén del comprobado insulto a los aficionados, debería ser expulsado durante mucho tiempo de las canchas. No se trataría en ese supuesto de una pérdida ocasional de papeles sino de comportamientos reincidentes. Sin embargo, no pasa nada. Unos cuantos partidos fuera y todo arreglado. Esto último es muy grave porque si tienen que recurrir a estos árbitros para que se pueda jugar un partido cuán malos no serán los árbitros substitutos.

6 comments:

Marco Antonio Rivera said...

Recuerdo una tarde, lejana ya, jugaba México con un pais escandinavo, no recuerdo cual, haciamos alcohol y un homenaje, era una especie de reconciliación o algo así, pero al final del partido estábamos todos borrachos, hicimos una especie de rueda, un "teamback" o algo así, dijo una voz que era una ceremonia sin pipa de la paz...Curioso, recuerdo más el partido de futbol, horrible por cierto, un cuadro con signos japoneses, una mujer de lentes, textos en papel bond por el piso y unas escaleras de marmol viejo y gastado.

Esa tarde hablamos del futbol y de la muerte, de la esposa de alguien y de una mujer que hacía poemas y tenía el pelo largo.

Saludos

Juan Patricio Lombera said...

¿No sería un México-Noruega del mundial del 94? en el que, al final del partido, a alguno se le escapó un golpe contra un compañero que le habría dicho ¿Por qué no me das un putazo en serio?
Gracias por el comentario
Patricio

Marco Antonio Rivera said...

Así es, fue en una escalera, hubo algo parecido a un duelo, nunca supe la razón del pleito supongo que eran odios añejos, pero alguien que era muy callado los separó; y sí, el partido fue contra Noruega; la mujer que hacía poemas , muchos años después, argumentó ir a combatir a la resitencia islámica en medio oriente, otro de los dicípulos del homenajeado se fuer a Corea, unos más se quedaron a engrosar la burocracia, tú te fuiste a España y yo me quedé en el jardín central, fildeando escasos "flais" de sacrificios.

Saludos, y felicidades por tus libros, no he podido leerlos pues no los consigo en estas tierras...
Saludos

Juan Patricio Lombera said...

Yo también desconozco la razón del pleito y eso que participé en él. Dame tu dirección y te mando mis libros. Un abrazo

Juan Patricio Lombera said...
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Marco Antonio Rivera said...

Te dejo mi correo, y te devuelvo el mail para no dejarte la dirección en estos pagos:

rodericusbyte@hotmail.com

Gracias Patricio, fue muy bueno encontrarte