Monday, November 30, 2009

EN BUSCA DE LA POPULARIDAD PERDIDA

Me contaron una vez que un político mexicano habría dicho que en política se podía ser bueno e inteligente; lo ideal, bueno y tonto, malo e inteligente, pero que lo que no tenía de ninguna manera perdón era el ser malo y estúpido. Cuando pienso en Bush hijo siempre recuerdo esa frase. Es obvio que a Tony Blair no lo puedo encajar en la misma categoría que al anterior mandatario de los Estados Unidos. Desde mi perspectiva, él pertenecería más bien a la tercera. Los recientes estudios de la comisión que investiga los motivos de la guerra de Irak, ante la cual tendrá que comparecer, ya ha determinado que Blair conocía con 10 días de antelación que no había armas de destrucción masiva sin que ello le hiciera recapacitar de idea. ¿Sólo 10 días antes?
En algún momento dado llegué a dudar sobre su categoría y pensé que pertenecía al grupo ideal y que su aceptación se debía a una larga serie de compromisos adquiridos con los gringos o a cierta cobardía frente a Bush. Sin embargo, al leer ayer su entrevista en el periódico de la mañana me convencí de que no sólo era un mentiroso perverso (cosa que ya sabía desde hace mucho tiempo), sino también un cínico. Lo cierto es que la intervención en Irak ha provocado que ese lugar –otrora dirigido por el sátrapa, asesino y cobarde de Saddam Hussein que no tuvo el valor de luchar o pegarse un tiro cuando lo iban a atrapar- se convirtiera en lugar de interés para Al Qaeda y que se volviera, durante varios años, en la sede del infierno en la tierra. No es que antes fuera idílico, pero las decenas de miles de muertos que manchan el mandato de Saddam no son nada frente a los cientos de miles de acaecidos desde que empezó la guerra. Es cierto que los asesinatos los ha cometido mayoritariamente los terroristas, pero éstos no estarían ahí y no habrían tenido tan fácil captación de adeptos en la zona si no se hubiese hecho esa guerra innecesaria y basada en mentiras. Es cierto que es una bendición para los iraquíes que ya no esté Saddam, pero no a ese precio. Pues bien, después de que se confirmara que no había armas de destrucción masiva en ese país, después de que se supiera que se emplearon todo tipo de amenazas contra los inspectores de Naciones Unidas para que elaboraran un informe ambiguo sobre si Irak tenía o no las dichosas armas, después de que se presionara a gobiernos de países pobres para que avalaran con su voto en Naciones Unidas la ignominia que iban a cometer y que incluso se supiera que se habían puesto microfonos en los despachos de los embajadores de esos países para espiarlos, después de que salieran a la luz las fotos de las torturas contra los prisioneros Iraquíes en Abu Grahib, el señor Blair haciendo gala de su gran cinismo, pretende hacerse pasar por libertador y afirma que volvería a hacerlo todo por liberar a Irak de Saddam. Por favor. Todos sabemos que esa guerra fue por el petróleo y, si acaso también por cuestiones geopolíticas. Recuerdo que un analista político español, bastante mediocre por cierto, tuvo la desfachatez de comparar el pacto franco-alemán como una reedición del cobarde acuerdo Chamberlain-Daladier. Cómo habría que calificar, una vez que sabemos la verdad, el pacto de las azores ¿una reedición del pacto del eje? Entendería que Tony Blair no quisiera hablar del tema, pero que pretenda engañarnos a estas alturas cuando no lo consiguió la primera vez … Por favor.
Blair gobernó durante una década Inglaterra. No dudo que haya hecho cosas buenas que le permitieron ganarse varias veces la confianza de sus conciudadanos. Sin embargo, será para siempre recordado, tal y como aparecío en una viñeta cómica de un diario británico, como el perrito faldero de Bush que decía sí a todo lo que dijera su amo.

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