Monday, June 15, 2020

PICNIC EN EL JUAN CARLOS I


Inaugurado en 1992, el parque Juan Carlos I es el segundo más grande de Madrid tras el parque forestal de Valdebebas y por delante de El Retiro. Uno de sus atractivos consiste en que se encuentra en una zona muy ventosa por lo que es la delicia de aquellos que les gusta hacer volar sus cometas. Y para cualquiera con un mínimo de sensibilidad es también un espectáculo ver el cielo salpicado de toda clase de colores como si se tratase de la paleta de un pintor. Desde ahí se divisa el todo portentoso estadio del Atlético de Madríd con una gigantesca bandera por si quedaban dudas. En él se puede practicar ciclismo, atletismo e incluso kayak.

El Domingo pasado, para romper con esta rutina carcelaria impuesta por el coronavirus, Vicky y yo decidimos llevarnos unos bocatas y pasar unas horas en el parque. Cómo llegamos al medio día, las mesas ya estaban tomadas, por lo que pasamos al plan B consistente en buscarnos una zona sombreada, extender el mantel y sentarnos en él con todo y bártulos. A partir de ahí, Vicky se dedicó a estrenar su nuevo objetivo fotográfico intentando capturar pájaros que brillaban por su ausencia, mientras que yo machacaba mis neuronas para intentar resolver el sudoku y, más complicado aún, el crucigrama blanco de El País. Al final la suerte fue dispar. Vicky no consiguió fotografiar pájaro alguno y yo conseguí resolver el crucigrama, pero me equivoqué por ansioso en el sudoku. Tengo la norma auto impuesta de que cuando detecto un fallo (un mismo número repetido en una línea)   tacho el sudoku y dejo de jugar. En cambio, si consigo resolverlo marco una paloma encima de él.

En lo que sí no hubo fallo alguno fue en los bocatas y sándwiches. De primero tomé un emparedado vegetal y de segundo un bocata con una cinta de lomo adobado, mientras que Vicky se tomo un gazpacho de primero y un sándwich vegetal de segundo. A partir de ahí, recogimos nuestra improvisada mesa y retornamos. Vicky tenía un compromiso, mientras que yo debía cumplir con el sacrosanto ritual de la siesta. Si les soy sincero, mis queridos lectores, esto de los picnics no es algo que me apasione. Sin embargo tras varios fines de semana pasados en casa, cualquier actividad al aire libre resulta más que gratificante. Ya veremos que se nos ocurre para la próxima semana

 


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