Thursday, January 12, 2017

El odio de los dioses

III. El político.
Nació en una cuna de oro y nunca le faltó nada. Su padre fue un hombre tenebroso capaz de mandar hacerle una experimental lobotomía a su propia hija con nefastas consecuencias y de carácter derrotista. De él tanto su hermano como el político heredarían su gusto por las mujeres.  Empezó su carrera como cazador de brujas. Su jefe era un hombre siniestro y fanático que no dudaba en perseguir a las personas con su misma orientación sexual, pues se creía que estos podían perjudicar a su nación al ser potenciales víctimas de chantajistas. No obstante, cosas de la vida, este persecutor implacable acabó cambiando  para terminar convirtiéndose en campeón de la defensa de los derechos civiles.
El día en que murió el famoso pastor afroamericano, él no dudó en ir a la caza de votos incluso arriesgando su propia vida. Su discurso en el que citaba a Esquilo y hablaba de qué país querían crear; si uno de ghettos u otro de convivencia, impidió que esa noche hubiese disturbios en ese estado a diferencia de otros de la unión americana. Apoyó a su hermano tanto en la campaña presidencial como en el gobierno y, durante la crisis que casi desencadena el apocalipsis, fue un elemento clave para impedir el horror nuclear. Fue implacable en su persecución del líder sindical corrupto y no tuvo tantos reparos cuando le presentaron un proyecto para asesinar al barbudo isleño. Quería detener la guerra que él y su hermano habían iniciado, acabar la pobreza. Era amigo personal del líder de los parceros, pero él y toda su familia estaban malditos hasta varias generaciones después. Su hermano mayor murió en la guerra, su hermana en un accidente de aviación y su hermano, el que llegara a presidente, cayó abatido. Hasta la fecha se sigue discutiendo si la muerte de éste fue obra de un solo hombre o un complot que involucraría  a las más altas esferas del gobierno. Sólo su hermano menor sobrevivió pese a que la muerte, lo persiguió muy de cerca en un par de ocasiones. 5 años después de ese magnicidio y dos meses tras el asesinato del luchador afroamericano, el político celebraba en un lujoso hotel su victoria en las elecciones primarias del partido del burro. En su discurso de la victoria, mostraba su convicción de que sería el próximo presidente de Los Estados Unidos para demostrar que su país aun tenía mucha compasión y amor que mostrar. Lo abarrotado de la sala le impidieron salir por la puerta principal. Sus guardaespaldas lo condujeron por la cocina del restaurante del hotel. Ahí se encontraba su destino. Fue abatido por un asesino con una pistola de calibre 22.  Su foto tumbado con los brazos en cruz y una mirada perdida al cielo resaltando su fragilidad, mientras que un empleado del hotel le daba un crucifijo, ha dado la vuelta al mundo. El hubiera no existe en la historia, pero es imposible evitar pensar que el mundo entero habría tenido un futuro más promisorio de haber llegado éste al poder en lugar del político tramposo y fármaco dependiente.



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