Tuesday, May 05, 2020

EXPLICACIÓN A MIS AMABLES LECTORES


Estimados lectores. Muchos de ustedes me han preguntado porque no salió la crónica de ayer en la mañana. Les agradezco su interés, pese a que algunos fueron muy exaltados en la reclamación. La verdad es que tenía preparado un hueco para escribirla, pero, como decía mi abuelita, “el ser humano  propone, Dios dispone y el diablo viene y todo lo descompone”. En esta ocasión, el percance me resultó bastante doloroso. Llevaba más de la mitad de mis ejercicios físicos realizados cuando, al hacer una sentadilla, oí un crack y acto seguido sentí un intenso dolor muscular. No se lo deseo ni a mi peor enemigo. Arrastrándome cual ánima en pena, conseguí llegar a mi silla y sentarme mientras calibraba la intensidad del dolor y de los daños. No quiero ni contarles la tragedia en que se convierten actos tan cotidianos como vestirse en estas circunstancias.  Tampoco les voy a hacer el cuento largo. Estoy bien, pero sigo teniendo problemas para recuperar la vertical. Y está claro que, a diferencia de lo que sugirió mi compadre Juan Carlos que la zona afectada era el cerebro, se trata de una clásica lumbalgia que no me impide escribir. Aunque sí da bastante flojera. Los fármacos y el reposo han obrado milagros y por lo menos pude dormir mis 6 horitas habituales con una pausa de 2 a 3 para recargar medicina y leer un rato “El hombre rebelde” de Camus mientras me volvía a dormir.
Pasando a otras cosas, hoy, por primera vez desde hace más de 50 días, iré a una peluquería a cortarme el pelo. Eso si consigo cruzar la calle. De hecho debo decir que hubo dos cosas que hice bien antes de  que se decretara el estado de alarma. La primera fue ir a cortarme el pelo porque ya me tocaba y, la segunda también por necesidad y no porque tuviese dotes adivinatorias, fue comprar papel higiénico. Ambas decisiones circunstanciales –sobre todo la segunda-, me sirvieron para superar los primeros días del encierro. “¡Qué chingón soy!”, “qué capacidad de análisis y anticipación” me decía a mi mismo para alentarme. Ojalá hubiese tenido la misma clarividencia ayer en la mañana, antes de ponerme a hacer ejercicio.
En fin, les prometo recuperar la dinámica de texto escrito cada dos días si no se me cruza otro accidente casero. En cuanto al corte de pelo, aquí les dejo esta foto “muy actual” del estado alborotado  de mi melena, a juego con mi camiseta, para que juzguen por sus propios ojos. No sé de donde chingados salió el puro.  

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