Friday, May 08, 2020

PREGUNTAS AL AIRE



Más allá de la rapidez  o lentitud con la  que volvamos a la vida cotidiana, deberíamos hacernos varias preguntas sobre nuestro actual sistema de producción y vida. ¿Cuál es el sentido de mantener un sistema de libre mercado  global que un simple virus es capaz de poner patas arriba? ¿Cuál es el sentido de priorizar la mitad de la producción mundial en China por su mano de obra cuasi esclava, si cuando hay un problema en ese país todo el mundo se va a resentir? ¿Cómo es posible que unas simples mascarillas y guantes se convirtiesen en un producto de lujo en países industriales? Con esto no quiero decir que deseo un cambio de sistema económico o que vayamos a la autarquía. Simple y llanamente,   creo que hemos ido demasiado rápido en nuestro afán globalizador y que nuestro mundo no está todavía preparado para ello. Da igual si el virus nació en el mercado o en un laboratorio y se les escapó imprudentemente. Si los chinos o cualquier otra potencia quieren joder a un enemigo ya no tiene que gastar en costosas armas nucleares.
 A los muertos por coronavirus habrá que sumar los muertos por causas colaterales (por ejemplo alguien con un infarto que no haya podido ser atendido con celeridad) y los muertos por desesperación como ocurrió en la anterior crisis económica. Si sumamos todos estos factores el resultado será seguramente de más de un millón. Por otra parte, desde que se empezó a desregularizar las empresas y a dar rienda suelta al capital financiero cada vez son más frecuentes las crisis financieras. Si entre 1945 y 1980 sólo tuvimos la crisis del petróleo, desde la llegada de Reagan y Thatcher al poder, se han sucedido la crisis del 89, la de 2008 y finalmente la actual. Se podrá alegar que esta última ha sido por causa mayor, pero no nos engañemos todos sabíamos que estábamos entrando en recesión. La crisis habría sido mucho más leve, pero sin lugar a dudas la habría habido.  ¿En cuántos años será la próxima crisis y cuántas vidas se cobrará?  
La semana anterior al estado de alarma, hablando acerca de las manifestaciones de los agricultores, una amiga de mi esposa me decía qué falta hacía que pudiéramos comer sandías en invierno. Al tener que atender una consumición mundial a precios competitivos, se producen verdaderos desastres ecológicos por favorecer masivamente unos pocos cultivos. Finalmente, y aquí toco una de las actividades que más me gusta realizar en la vida y a la que seguramente tendré que renunciar o limitar considerablemente, es el de la forma en que hacemos turismo. A muy corto plazo tendremos que volver al pueblo como hacían nuestros padres y abuelos, ya que la inmensa mayoría no se podrá permitir viajar al extranjero si es que para el verano se puede volver a salir del país, cosa que no está nada clara a día de hoy. Tras ser  parte de las masas que desembarcamos en las islas Cíes o que ascendimos a la Acrópolis, Vicky llegó a la conclusión que ese tipo de turismo, por mucho dinero que deje acaba siendo destructivo y me dijo con sinceridad que no pensaba ser parte de eso. Ojo, no quiero decir con esto que tengamos que volver a los tiempos de mi abuela en que sólo el 1% de pijos  de la población mundial viajaba (25 millones de habitantes), pero está claro que debería de hacerse listas de espera para los lugares más cotizados tipo Venecia. ¿Cómo encajar el turismo y la sostenibilidad del entorno visitado? No lo sé. Así como tampoco tengo respuestas para las anteriores preguntas. Ahí se los dejo de tarea.
P.D. Ya casi estoy curado. Un fuerte abrazo    


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